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Foto. greenlandadventure.com |
Cada pocas horas, un crujido rompe el
silencio de la tundra del Ártico. Como si ya fuera un proceso
natural, enormes bloques de hielo se desgajan y caen a las gélidas
aguas. Si hay un lugar en el mundo donde el cambio climático se hace
más palpable es en territorio inuit, la población indígena que
lleva cientos de años desafiando al frío polar del norte de Canadá,
Alaska y Groenlandia.
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Foto. Aaju Peter |
El deshielo, a su vez, está
facilitando la llegada de empresas petroleras, ávidas de echarle
mano a las importantes reservas de petróleo y gas que hay bajo la
superficie del Ártico. ¿Podrá aceptar sus nuevas circunstancias
este pueblo adaptado a lo largo de su evolución a las extremas
circunstancias del clima? Es la gran duda para un pueblo extraño,
excepcional, cuyas historias son casi propias de una película de
ficción.
Hay teorías que explican que los
inuits llegaron a Alaska hace 12.000 años desde Asia, a través del
Estrecho de Bering. De ahí, tal vez, su pequeña estatura
(normalmente 1,60 metros los varones, y diez centímetros menos las
hembras). Tienen el cuerpo macizo y fuerte, con las extremidades
cortas, lo que les ayuda a mantener el calor y tienen las pestañas
pesadas, para proteger los ojos del resplandor del sol que se refleja
en el hielo,
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Foto. Sasha Leahovcenco |
Aparte de la caza, los inuits centran
su supervivencia en la pesca, de focas o ballenas gracias a los
kayak, o de ‘halibuts’, extraños peces de los mares fríos,
omnipresentes en la dieta local, y que se pescan a través de los tan
conocidos agujeros en el hielo. Los anzuelos pueden llegar a bajar
hasta un kilómetro gracias a unos sedales especiales.

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Foto. Sasha Leahovcenco |
Quizá las actuales generaciones puedan basarse en conocimientos milenarios para poder sobrevivir a las amenazas de la actualidad. Ojalá.
Por Roberto Bécares.